viernes, 16 de mayo de 2008

La Poisonerie

E uno di quell giorni miei che non hai conosciuto mai… amo a me, mi amo a me…

Es temprano, lo dice el frío de la mañana y la gata que se resiste a dejar la cama, lo dice esta página en la que escribo. Es temprano. Aún así, me estoy releyendo, algo en mí, precisa un detenimiento, la recopilación.
Todo lo que lees, son fotografías. Retratos, borrosos a veces, poco felices en otras, a veces luminosos y sentidos, de las cosas que miro, de lo que vengo sintiendo… mi vida en Lima.
Hoy me apetece un collage, querido Ricardo, y quién mejor que tú para comprenderlo.
Tu mente siendo y observando a la vez, muchos escenarios, situaciones, personajes.
E uno di quell gorini miei.
Porque al final, la mente es un irrepetible y amplio baúl con recuerdos e imágenes capaz de relacionarlos a millones de bits por segundo, todo depende entonces de la rapidez del archivista; y los hombres como tú, son rápidos como el clic del apagador y la aparición de las luces en la araña de la sala.
Estamos en Sevilla y corren los ochentas, o estamos en un bar sevillano en Madrid… Vigen de Guadalupe, la más morena, la más moree e e e e na. Y estamos en la Poisonerie en Lima porque es la semana española y ha venido el chef del Ritz en Madrid; y estamos en Sevilla con Alejandra y en Madrid con tus bisabuelos y en Lima con José Luis y su madre, y escuchamos cante hondo, En Madrid Virgen de Guadalupe, en Sevilla alguna mora declama la muerte de Antoñito el Camborio… Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir…. Y acá nos cantan una fiesta de las Canarias… que te pongas la mantilla blanca, que te pongas la mantilla azul, que te pongas la recolorada…
Y en el corazón estamos sentados todos, vivos y muertos, lejanos y presentes… Susana y yo estamos cantando también y tengo muchas ganas de levantarme a zapatear para la gracia de tu bisabuelo y pa la gracia de mis emociones que quieren expresarse no sólo por medio de la escritura, quieren algo de acción, que zapateemos un taillo y que te vengas corriendo a escuchar, mientras comemos un gazpacho a la fresa y sandía con tártara de atunes, bien alegrado con martini rosado que lleva un, apenas toque, de Campari.
Nos hemos vestido para la ocasión. Llevo viajando algunas semanas ya, y lejos de México: Alejandra; cansada de hostales de baño compartido, a veces, muy pocas, como en Roma que gozamos de un lavabo y un retrete dentro de la habitación; me ha pedido que pida habitación con baño dentro, que vistamos de gente decente, estrenemos algunas de las ropas que hemos comprado y salgamos delgados y con las piernas duras de tanta caminata a ser vistos, y nos regalemos con una buena cena y un espectáculo bien sevillano, y vamos caminando el barrio de Triana… O cuando en Madrid cenamos en Botín y ahí, a la vueltecita, hay show sevillano y tu bisabuelo tiene ganas de escuchar y ver algo de tablao, mesa de pista y espumante en la mesa y chamarra de napa, que recién recogimos de la calle Serrano porque la han cortado nuestra medida, bufanda de Ricci, zapato italiano… Nos vestimos de negro Susana, la mamá de José Luis, y yo. Quizá el Jose se haya arrepentido de haber vestido los jeans con firma, cuando el capitán de meseros que se llama como tu tío y tiene la misma sangre ligera que tu tío, nos guía a la mesa y llama al representante del Ritz quien nos hace regalos y nos va explicando los platos, enfadosamente, como si tuviéramos doce años o como si de plano nunca hubiéramos degustado a España o sus delicias, y empieza con la receta del clásico gazpacho y ahí sí que lo detengo porque quién no ha visto Mujeres al Borde de un Ataque... y su célebre receta de gazpacho que lleva además del pepino, tomate, pimiento…. Todo en la incofundible y cachonda voz de Carmen Maura… pan, ajos, cebollas y apio, las dos cajas de nembutales…
Me apetece otro berbaje rosado; mientras, llegan a la mesa los platos con embutidos y manchegos de diez años de añejamiento, un lechón con chifle de camote y salsa de maracuyá, un róbalo sobre pisto manchego, vieiras caramelizadas sobre cama de carpaccio de pulpo bañado con vinagreta de wasabe…
E uno di quell giorni miei…
Todo lo que en esta página lees son retratos de un momentito, un espacio que observo mientras como o camino por Lima.
En la calle de Huichapan en el restaurante que mi tocayo administraba, preparaban el gazpacho con todos los ingredientes picados y a la vista, no licuados como la Maura…. A Maricri le gusta el gazpacho y no recuerdo habérselo cocinado.
En la calle de Huichapan tenía un espacio donde daba terapias en la azotea del edifico, entre macetas de flores y la colección de cactus: viejitos y biznagas, órganos y agaves; ahí tuve la visión de una fiesta, tú ve la visión de mi fiesta que sucedía en lo alto, muy alto… me veo a la vez en varios espacios, en el que estamos y uno que es más arriba y otro que es más arriba y otro y otro, y en el último, lo llamé siete y no me preguntes por qué, estamos todos a risas: los vivos y los muertos, comprendiendo todo, sabios, que todo abajo había sido un juego, que todos habíamos ganado; y estabas tú y tus abuelos y los amigos que ya no miro y con los que pelee y con los que nunca he peleado, porque todos éramos en uno y la unidad al mismo tiempo y el gozo, Miko, nunca sentí más gozo…
Qué delicioso el espumante y la sonrisa de tu bisabuelo que nos observa con los ojos bien abiertos porque el zapateo suena en el oído y retumba en el alma.
Me levantaré a zapatar… ¿me levantaré a zapatear?
Ay… a a a a ay¡¡¡ Ay¡
E uno di quell giorni miei… amo a te, amo a te…
No me han faltado imágenes, querido Ricardo, es que el chocolate de los postres…. Carmen y Gumersindo se despiden, Susana y Jose me permiten levantarme, fumo un cigarrillo en la terraza del la Poisonerie. Guillermo, el capitán gerente, sonríe y me recuerda a tu tío. Me siento a solas en una mesa, sopla el viento, huele a mar, demasiado, me embriago de rosa en brebaje y humores, y pienso, sé, lo que voy a escribirte.


La Poisonerie
Mirafores Park Hotel
Miraflores
Lima

México

Te escribo en peruano, extranjero en mi propia lengua.



México…. Estoy dejando de creer en ti.
En cuál de las jergas que escucho expresaré la existencia.
México, alguna vez soñaste que eras como una Europa nueva y tropical
y descubriste que aquellos principios y pensamientos no te eran naturales
y los dejaste ir a la vez que el sueño.
Luego te soñaron en un idilio indígena de gloria perdida, campesino limpio de corazón y de cuerpo
y abrazaste el sueño y te dejaste llevar hasta que despertaste en un campo vacío y seco.
Y te soñaron de primer mundo, bien al norte que te miraron y conociste la miseria.
México, siempre traído y llevado, soñado, silencioso.
Y cerraste los ojos ¿Desde cuándo cerraste los ojos? ¿En qué momento optaste por sedarte?
Hoy, frente a la caja idiota, permites que otros más ciegos y corruptos que tú te digan lo que estaba pasando, lo que pasa… ¿Lo que es la verdad?
¿En qué momento empezaste a creer que el petróleo es la solución cuando nos quedan 5, 15 años de reservas?
¿En qué momento permitiste que dar una opinión te signifique pertenecer a uno u otro partido?
Te dividieron, México, y ni siquiera lo viste.
Y ahora opinar, significa que eres amarillo o azul, porque no hay más colores, ni voces, porque le diste la voz, la tuya, a esos colores, que sólo se pelan por poder, porque sólo de eso saben.
México, por qué no has sido capaz de mirarte dentro y aceptar que eres crisol de todos colores, sombra y luz, muerte que se ríe en carcajadas, vida, indio y mestizo y pobre y enfermo y europeo y gringo y racista y clasista y hermoso.
¿Es que no miras que a pesar de luchas encarnizadas, ellos, los amarillos y los azules, cuando se trata de repartirse el poder del IFE, de los presupuestos, del dinero, siempre están de acuerdo? ¿Que pasaron por encima de nuestra constitución y ahora nadie que no tenga partido puede ser candidato a la presidencia de la República? ¿Que todo lo que vemos en la caja idiota o lo que dice el que se viste de púrpura y de todo opina, no es más que un circo para que sientas que ellos sí están trabajando, que ellos sí saben lo que somos y queremos?
Dónde está tu voz, México.
A quién se la regalaste
Estoy dejando de creer en ti… y en qué idioma habré de purgar mi existencia