sábado, 11 de abril de 2009

Querida Griselle

El nuevo idilio yace, plácidamente, a mi lado en esta mañana de sábado glorioso, que no de gloria, pues a mí el catolicismo poco me dice...
La vida me ha regalado esta y otras sorpresas en estos días santos:
unas lindas, otras no tanto, como el gato volador de Eugenio que se ha aventado del tercer piso de la casa y tiene luxada la cadera pero mejora rápidamente también.

Ayer estuve de procesiones, en Lima se hacen muchas en los días santos, son varias y en varios distritos: me emborraché de saumerio y copal, la imagen borrosa de la Dolorosa parecía llegar flotando frente a mis ojos, signarme con sus siete puñales.
La energía del caos y de la divinidad flotaba en el aire, los hombres siempre temimos que Dios muriera una noche, y ayer la noche parcía anunciar la catástrofe, por el silencio en las calles de Surco, mujeres que caminan de espaldas mirando a la Dolorosa, vestidas todas de faldas marinas y chompas blancas y cordón azul con blanco... camina la procesión sobre tapetes de flores que narran escenas de la pasión, y del nacimiento también... los hombres miran las imágenes del santo sepulcro y acercan a sus hijos pa que reciban la bendición, los niños hacen las veces de signatura que en el nombre del padre, del hijo.... ¿Sentirían miedo esos niños al observar la imagen yaciente y sangrante del Cristo...? La noche de ayer parecía anunciar la catástrofe en una Lima iluminada de Luna brumosa de saumerio... Cómo me emborracha el saumerio.
Mientras el Cristo yace dentro del sepulcro santo que hacemos los hombres, qué podríamos hacer si no pedirle que regrese a nosotros hasta el final de los tiempos, que no nos abandone a una perenne orfandad... Los hombres tememmos la muerte de nuestros dioses, sí, así lo creían nuestros ancestros mexicanos: cada 52 años: ciclo de la vida muerte y reseurrección solar; así lo creen los católicos cada viernes santo; Nostradamus en el 2012...
Pero todo es renovación, el ciclo maravilloso de la novedad que se aproxima; la verdadera novedad...estamos en eso, ahí vamos...
Me da un placer inmenso que hayas sentido eso en la Posada, esa nueva energía, y que hayas traído hasta acá la belleza que es tu madre, la maravilla de Angélica que me dejó tanta enseñanza en sus días, caminando mexicana en paso peruano y dejando la enseñanza, la teoría que tiene de la Madre, del campo cuántico, el no espacio ni tiempo que sucede dentro de la Constelación, el espacio perfecto que es el Sistema...y por supuesto, la hondura de tus lindos ojos negros, querida Griselle.