lunes, 5 de mayo de 2008

Tanta, Lima, Perú. Café del Emir, Ciudad de México

Ella, mi niña pequeña, Jimena poetisa; pedirá café. Tal vez el primer capuchino de su vida, apenas pintado por aquello de su edad, la cafeína… y cruzará las piernas que llegan ya hasta el piso, y me hará preguntas desde el fondo de sus ojos castaños y ojerosos, herencia de todas sus abuelas, bisabuelas, madre…
Que desea saber de Lima… cuando contesto mar, su mente corre al caribe mexicano, Cancún, que la mira nacer y la abriga sus primeros cuatro años. No, mi amor -le digo- Lima es el pacífico y la playa tiene acantilados, la niebla y el frío…-¿Qué es un acantilado, tío?
-La liberación y el imposible: a veces no se puede más.

Cuánto se agrede al fumador los domingos a medio día en Lima cuando el salón de fumadores se llena de bebes y nadie puede echar humo pues estamos en la dictadura infantil y los mitos de la salud… Y yo no estoy liberado, ¡qué va! Si me encanta el humo jugando con mis manos, subiendo mi rostro… sonrojas el blanco de esta mirada.

¿Qué miras?
¿Qué me estaría mirando esta pequeña… que es contemplada desde el milagro mismo?
Porque hace muchos, muchos años, en un lugar del que no recordamos el nombre, vivían todos los hombres que eran estrellas y que tenían su brillo propio y toda la magia de los 100, 000 polvos. Y las armonías del pez y los perfumes de los mares; y la audacia del felino y las porosidades de las arenas; hombres que son como la madre hipopótamo y el hijo cóndor, hombres que son mitad osos o mitad lobos, y salamandras y ballenas y serpientes… Porque hace muchos, muchos años, las estrellas se mezclaban formando lluvias y juegos de artificio por todo el cosmos, juguetonas estrellas pasajeras, incansables… jugando carritos chocones, haciendo chispas y mundos y galaxias, aguas y hielos, anillos para un saturno que solitario las miraba.
Y algún día se cansaron, ¿sabes? Y se echaron a dormir. Y soñaron que al despertar lo habrían nombrado todo para la gloria misma del Padre-Madre-Todo Lo Que Es.
Y ahora te miro, pequeña Jimena, y soy capaz de contemplar la puntita de la estrella que eres, la puntita de una estrella con millones de puntas y llena de luz, que desde la curiosidad de tus ocho años y detrás de una primera taza de café, me preguntas, me miras… Y te traigo conmigo al acantilado para que imaginemos puentes y los construyamos con nuestras magias y juguemos de nuevo a la galaxia y recordemos y seamos Esos de nuevo…
Llegan a mi mesa los platos con causitas.
José Luis está al llegar también.
Los bebes siguen gritando, pero ya ves, nos dieron chance de la charla.
A mi regreso, verás la de cafés que habremos de tomarnos….
Besos


Tanta
Vasco Núnez de Balboa
Miralfores, Lima

Café del Emir
Malecón de Prado Norte
Las Lomas
México, Ciudad.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Hola Germán:
Nos unen dos motivos: la palabra y tu hermano Salvador...Es él quien me ha compartido tu blog y la carta dedicada a Salvador. Nada se agradece más que la tinta de atmósferas y sonidos. Tu carat suena y corre el humo intelectualoide que ha vuelto la letra mexicana. Gracias por dejarnos oler tus palabras...
Sergio Almazán

xime dijo...

ger gracias por lo q me escribiste
me gusto mucho!!!
te quiero y te extraño!!!