domingo, 13 de noviembre de 2011

Los Conejitos...

Mondo, rezaba el letrero rojo colocado sobre una fina puerta de cristal, grande, muy grande, de la antigua estación de tren del Pueblo de la Vida.
Los conejitos buscaban en taquillas de la estación, un letrero que dijera Bosque, pero no encontraban, caminaban entre otros animalitos que llevaban prisa por tomar su tren.
-¿Disculpe, dónde está la taquilla del Bosque? –Y nada, nadie sabía, nadie les contestaba nada. Hasta que una sirena les señaló, allá, al final de la estación, una puertita que tenía un cartel que rezaba: al Bosque.
Los conejitos iban sonrientes y platicadores esquivando animalitos hasta que pudieron llegar a aquella puerta. La abrieron. Detrás de ella había unas escaleras de ladrillo que bajaban cinco, siete, diez pisos. Los conejitos a la medida que bajaban volvían a sentir el frío y el miedo del bosque. Siguieron avanzando,  más de 20 pisos, hasta que luego de vencer al frío y al miedo, pudieron llegar a una salita que tenía al frente, 5 puertas más.
Los conejitos se miraron, no sabían qué puerta podrían abrir.
Pero al mirarse se dieron cuenta que algo había cambiado en sus ojos, ya no eran iguales, ya no tenían miedo. Y el conejito mayor descubrió que ya no necesitaba que el otro conejito le cargara sus cosas. Y le pidió que se las devolviera. –Gracias por cargar esto, le dijo a su hermano. –Gracias por mostrarme el camino, contestó el otro conejito.
Y entonces encima de las puertas empezaron a aparecer algunos letreros: Gracia. Risa. Gozo. Miedo y Espera, eran los nombres en las puertas.
Los conejitos se tomaron de la mano. Sabían que no sería la última vez que lo harían. Sabían en sus corazones que volverían a encontrarse. Se abrazaron. Y cada uno se dirigió a una puerta….

lunes, 7 de noviembre de 2011

Los Conejitos...

Esos dos conejitos traviesos de la canción, tienen una maravillosa historia que no narra la letra.
Y yo se las voy a contar.
Había una vez una casa en medio de un bosque. Había una vez un bosque lleno de árboles altos y frondosos. Y entre ellos una  casa que por ser pequeña, apenas y recibía algunos rayos de sol.
Había una vez una casita  encerrada y oscura.
Tres conejitos vivían en aquella casa. Eran unos conejitos pálidos y enfermizos por el poco sol  que tocaba sus pieles.
Los conejitos eran traviesos, pero poco, sus travesuras transcurrían cercanas a casa, siempre dentro de aquel bosque conocido, hasta que decidieron ir más lejos, tal como la canción cuenta.
Y lo que vieron fue maravilloso: más allá del bosque, había un valle de colores. Había colores amarillos y morados, rojos y verdes que en el bosque no se conocían, el horizonte era color lavanda y dorado, del color oro que la tarde.
¡Había sol!
Y al sol, en el valle, nada podía taparlo.
Y cuando sucedió la noche, los conejitos conocieron la luna y el sonido de cucu del búho nocturno. Estaban maravillados. Nunca habían pensado que hubiera un mundo diferente al frío bosque.
Y prometieron los tres, salir del bosque, y regresar a aquel valle al día siguiente, y así lo hicieron y lo siguieron haciendo días tras día…
Hasta que una tarde el conejito mayor, salió del bosque con algunas zanahorias en su maleta, su ropita, y dijo que seguiría a ruta del sol.
Cuántas cosas encontró en su camino aquel conejito, cuántas personas y animalitos: buenos y malos, amigos y no. Otros colores diferentes y otros valles, valles nuevos que nadie había pisado nunca. El camino y el viaje fue una maravilla.
Cierta noche, el conejito mayor sintió que estaba cansado de caminar y que era momento de regresar a casa. Y emprendió el camino de regreso. En el primer pueblo creyó mirar a su hermano conejito… se acercó a él: -Eres tú, le preguntó. –Sí, contestó el otro conejito, soy yo.
Los dos conejitos se abrazaron mucho, había pasado tanto tiempo, habían recibido tantos rayos de sol que sus colores y sus voces eran diferentes, que sus cuerpos eran otros.
-¿Dónde has estado? –preguntó el conejo mayor a su hermano conejito
-Siguiéndote –Contestó el hermano.
-Pero por qué, yo nunca me di cuenta.
-Cuando dejaste el bosque, pensé que necesitarías ayuda, y decidí caminar detrás de ti, para cargar aquello que no pudieras cargar, para recoger aquello que dejabas. Mira aquí lo traigo. –Y de una bolsita salieron muchas fotos y recuerdos de cosas que el conejito mayor había observado y vivido.
-Gracias –Dijo el conejito con lágrimas en los ojos.
Se dirigieron los conejos abrazados hacia la más cercana estación de tren, iban sonriendo, iban contando tantas historias…

jueves, 3 de noviembre de 2011

Cartas para dos niñas...

Era un niño su papá… Para dormir, para antes de dormir, despertar o comer… papá era un niño que cantaba. Terminaba las frases de las canciones con su vocecita y ese tono de niño. Dos traviesos conejitos, sin permiso, de… -y entraba la voz de papi: mamá… Se escaparon de su casa y se fueron a…. –jugai, decía papá.
En el campo, muy contentos, se pusieron a jugar; sin mirar ten que todo el cielo se empezaba a nublar.
Hermanito, conejito, mira el cielo como está, vamos pronto a casita….
Esos conejitos de la canción han acompañado a muchos de nosotros en la infancia.
Ricardo y Jimena, se llamaron conejitos a sí mismos. Y hasta ahora, a Jimena, muchos de nosotros le decimos coneja.
Sí, la canción es nuestra, es antigua.
Como tu nombre, Carmen, como tu nombre, Regina.
Y hoy, hoy tuve ganas de recordarla para ustedes

lunes, 24 de octubre de 2011

Cartas para una niña... Regina Regina Regina

Salimos de los espejos
Una pausa
Llega el aire.

Vas a despertar
Y no necesitarás de un beso
Yo te observo, te observo observar, silenciosa y risueña.
Los ojos redondos, circulares y magos como canicas campeonas, silenciosa Regina.
Yo siento que un día te vas a cansar de observar y vas a despertar de tu duermevela.
Claro que será sin beso. No lo necesitas. Tomarás la calle por asalto, los corazones y la vida. El señor Pakal hará tu bienvenida….
Las pirámides develarán sus misterios.
Y regresarás a tu inicio. Regina querida, mi querida Reina.

domingo, 16 de octubre de 2011

Cartas para una niña...

Fue Borges quien me presentó los pescados que habitan el espejo.
Tendría 18 por aquel entonces. Creo que Sandro Cohen fue quien me presentó a Borges… pero yo no sé dónde conoció a Borges, mi amigo Sandro. Tal vez en uno de esos tiraderos de libros viejos que había por muchos en la calle de Donceles,  o habrá sido por otro maestro obsequioso.
Lo cierto es que esos pescados me cambiaron la vida. Y es que por ese tiempo mi paso era metálico y la palabra rígida. Creía… qué creía… que la vida era una línea, que las palabras eran ciertas. Siempre palante, un paso a la derecha y otro a la izquierda, así diciendo, así llegando. Tantas veces me dijeron derecho, y cómo se hacía, que empecé a ser como ellos, creía en lo que ellos, vestía así y hablaba sus palabras.
Ah, el espejo…
Llegaba de Acapulco, algún viaje con amigos o viajaba con la familia… no se…no recuerdo y poco distingo de esos tiempos grises.
Estaría roja mi piel porque eso hace el sol con las pieles, estaría Borges ayudando dentro de aquel libro verde junto a mi cama… estaba el naranja de los pescados y la inmensidad del espejo. Aquí, de este lado estaba yo, mirando mi piel y en aquellas agudas del espejo, pude mirar a ese otro yo que me veía. Yo miraba mi piel, el miraba mis ojos… montado en peces naranjas me pidió que lo siguiera, no pude, estaba aturdido… lo miraba sonreírme mientras se desplazaba, se despedía…. Regresé a la cama…. ¿Y si quemaba aquel libro que me había presentado los espejos, el hechizo terminaría de una vez por todas? Me quedé dormido, mi cabeza recargada en la tapa del libro… el sueño fue plácido. Podía mirarme a mí mismo: unas veces era el del otro lado, otras era el que anda por aquí mirándose la piel enrojecida.
Desperté ligero y sin el sabor a metal en la piel.
Yo era otro
Era dos
Y al otro lado del espejo, la vida está llena de magia.

martes, 27 de septiembre de 2011

Cartas para una niña...

Los espejos, los pescados.
Nadala soñaba con mares de sargazos.
Mares increíbles y peligrosos. Las hiedras del mar le tomaban por los pies y la amenazaban con dejarla ahí
Sola
Sin posibilidad de regreso.
Entonces ella tomaba su alma y fuera del cuerpo, se marchaba nadando sobre el delfín.
Ella tomaba su alma y salía de su cuerpo
Desde el cielo de su casa ella se contemplaba
A veces a besos a veces a solas, Nadala observa su cuerpo allá abajo, actuando, amado, hermosamente extraño.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cartas para una niña...

No quería reconocerlo.
No podía reconocerlo.
Tal vez todo empezó con los pescados. De repente, por el rabillo del ojo, los miraba echarse un par de machincuepas y jugar en las agudas del espejo. Yo abría y cerraba los ojos, los tallaba con fuerza…  no es posible, me repetía… Pero ellos, más inteligentes, se percataban de mis gestos, de mi susto y más movían las aguas para que a mí no me quedara duda que ahí estaban.
Ellos habitaban el espejo.
Y yo, pues dejaba a saltos el baño, la habitación, y la casa y la calle sin volver la mirada. Hasta que alguna noche… seguro estaría cansado, incapaz de correr… y entre miedo y rabia, entre locura y cielo, les pregunté: ¿Qué quieren de mí?
Ellos me treparon en su lomo y me llevaron a conocer aguas muy profundas.
-Si el agua tuviera sabor, color... -les dije a los peces… y aquellas aguas tomaron un color y sabores que yo, alguna vez, había saboreado aunque no recordara en dónde o cuándo.
El alma venía en ondas, como olas, como aguas.
El agua venía en ondas, como éter, como alma

Desperté acostado en la cama, con pijama y todo en orden.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Cartas para una niña...

En esto de ser padrino, me inaguré con Jimena, tu prima.
Ella llegó en otros tiempos, yo apenas y sabía quién era yo, cómo llamarme.
Cuando ella nació yo le temía a los espejos… se me aparecían pescados cuando los miraba por mucho tiempo.
Yo no sabía definir quienes eran mis ojos.
En una casa de playa me pidieron bautizarla, olía a mar.
Jimena caminó conmigo el mundo de mis cambios, muchas de las muertes.
Tantas… a veces ella me mira como esperando reconocerme… -qué novedad traerá mi tío- salen las preguntas de su mente y yo la miro. Espera una respuesta que satisfaga.
Y me observa, nos reconocemos.
Le damos al tiempo una vuelta y nos recordamos

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cartas para una niña...


Habrá sido viernes el día que me llamaron. Los viernes le pago a Ramona, mi nana peruana. Y los viernes ella cocina un antojo que tengamos ambos: el viernes, me dice, por qué no hacemos torrejitas de coliflor… Y las comemos con salsa de rocoto.
Habrá sido viernes pues recuerdo que corría para llegar al banco.
-Que lo llaman de México. –dijo Ramona.
En un segundo estoy al teléfono. –No pasa nada, tranquilo, no pasa nada. –repite tu papi con esa manera pausada que tiene y añade: -Vas a ser tío.
En el pedazo de mi corazón que habita tu padre, se abrió una puerta más, y una ventana, y una sala roja con todo y su tapete, muñecos hechos a mano, artesanías con papel y colores, y…
Tu papi dijo más: -Queremos que seas el padrino.
-Y desde entonces, mi niña, desde entonces….

martes, 30 de agosto de 2011

Cartas para una niña...


Y la desnudez adquiere su condición de gracia, se hace sencilla. Y se despoja de la vergüenza, de la culpa.
Me mires o no.
No importa.
Esta desnudez no requiere tus ojos para confirmar su existencia.
Vaga por las calles, si se rompe se reconstruye.
El más puro vacío.
La más pura experiencia.

lunes, 15 de agosto de 2011

Cartas para una niña...


Carmen tiene los ojos grandes
Y sus pestañas son escaleras al cielo
Tiene grande la voluntad
Y la certeza del paso
Carmen atiende mi llamado con sonrisas
Me convida de su paleta
Y…
Yo sólo le escribo.

domingo, 24 de julio de 2011

Cartas para una niña...

Entonces yo vivía en Lima y vinieron esos dolores en mi vientre, filosos que eran, como una navaja, como un golpe. Secos, sin eco alguno.
Que me hidratara, me dijo el médico y mandó a hacer una serie de análisis. Ya luego supe que había sido la vesícula, debían retirarla de mi cuerpo.
Yo quería que sólo sacaran las piedras en ella y que me dejaran dentro ese pedacito de carne, pero que no, dijo el médico,  eso no podría ser.
Tu tío llegó a Lima un lunes. Venía para acompañarme en la cirugía. Fui por él al aeropuerto y cenamos un ceviche en la Dalmacia… luego de ese día tu tío se convirtió en cliente famoso y distinguido, le esperaban casi todas las noches, lo saludaba la dueña, los meseros… Tu tío logra cosas grandes en muy poco tiempo.
Le puse una cama pequeña en mi habitación para que durmiéramos juntos.
Agradeció la cama. Era lo que esperaba, me dijo. Todas las noches de ese mes, durmió en la placidez del abandono en su camita, casi de niño, de niño consentido.
Cierta noche, habían pasado dos semanas de la cirugía exitosa, escuché el llamado del amor de los gatos; como pude me escabullí de la cama, silencioso y sin tropiezo para no distraer el sueño de tu tío y, salté por la ventana, y….
Mucho tiempo después conté en una comida esta escena del llamado de los gatos.
Tu tío desde la cocina me dijo… -Ya yo sabía… tenía esa visión, una mano que se hacía garra, un salto sigiloso, cuatro patas, el escape por la ventana… Pero creía que se había tratado de un sueño…
Las brujas, los brujos, querida niña, tenemos esta manera de hacer las cosas, de llamarnos.

lunes, 18 de julio de 2011

Cartas para una niña...

Quiero una casa
Una casa con jardín
Tierra para las albahacas, el precifolio, romero y menta… hierba luisa.
Quiero una casa con acantilado y que huela a mar
Una casa de sierra con tapete de Jacaranda
Pasto verde para tus pasos, pasto que bien te conozca, te acaricie cuando joven en esas tardes azules…
La casa donde se corretean mis gatos
Silenciosos los pasillos, los pasadizos al más allá, a los aquí y ahora de esos otros que no nos conocen…
Que nada interrumpa el espacio donde se encuentran nuestros ojos.

lunes, 4 de julio de 2011

Cartas para una niña...

Cuando alguien te cuente una historia, mi niña, levanta bien tus piecitos y asómate entre esas frases.
Ahí encontrarás ventanas y puertas, pequeñas puertas que te llevan a otros mundos
Espacios
Historias…

Mirando “la leyenda” Gunter Gherzo. Museo Felgueres, Zacatecas

viernes, 17 de junio de 2011

Cartas para una niña...

¡Te tengo!
Agitas tu manos en al aire pidiendo que te cargue. Te tengo.
Porque llevamos dos días de visita, ¿sabes? Tu hermana enferma y tú también, han sido el pretexto para que te traigan a la casa de tus abuelos y yo te goce en los pasos que vas dando por toda la casa; inspectora, recolectora que eres mi bella niña. Y voy corriendo detrás de ti. Tomo tu mano, te traigo de regreso y te enojas. Sí, te tengo.

Cartas para una niña...


Unaaa… Dooooos…. ¡Tres!
Unaaa… Dooooos… ¡Tres!
Y a mi grito de tres que tratas de imitar: teee, dices, dejas caer en mi mano izquierda tu cabeza y te hago volar por la cocina, por el parque, la sala, tu casa, la mía.
Y volamos.

sábado, 4 de junio de 2011

Cartas para una niña...

Poseo una larga sombra que tiene forma de flecha.
Es amenazante
Y es muy antigua
Ella tiene memoria propia, sabe de los dolores y la envidias, de la traición y la crueldad
Las víctimas y los victimarios
Ah…
Venganzas, venires, esfuerzos… larga, tan larga como la historia que he sido.
Tiene algo más: Verdad
La verdad de mí.
Caminar esta vida ha sido conquistarme
Conocer la sombra, quién soy.
Por eso, querida niña, ya no negocio con el que soy, no negocio mis verdades.
No me reconozco redondo y pequeño, no me reconozco bueno ni amable, lindo…
Qué flojera la bondad¡¡¡
Yo, pues yo no me porto bien, Carmen.

viernes, 3 de junio de 2011

Cartas para una niña...

Entonces te dirán cosas como bondad y amable, como educación y pequeñez.
Te dirán que no digas
Que poco hables
Que eso no
Que así no.
Los humanos preferimos esas sombras, ¿sabes? Esas que son pequeñas y redondas, a veces con forma de corazones. Los humanos preferimos las palabras disfrazadas y la amabilidad por sobre todo… seguramente escucharás innumerables veces: lo políticamente correcto. Te van a pedir que te mantengas en el sistema y que no hagas mucho por cambiarlo, que te mantengas pequeña pues quien poco mueve….

lunes, 23 de mayo de 2011

Cartas para una niña...

Camino el parque, el nuestro. 
Los soles, tus primeros pasos y la carreola de tu hermana. Y los ciclistas y los perros, los corredores y los corridos. 
Cruzo el parque desde la casa de tu tío hasta llegar, del otro lado, a ese cafecito solo donde me sentaré algunas horas para charlar con Ernesto, o guardar el silencio en la compañía de Ernesto, mirar pasar a los mismos.
Es de noche
El juego de luces proyecta diferentes sombras.
Dos sombras. Una de tamaño humano, tal vez un poco más baja de estatura que yo, curva y rechonchita.
La otra sombra es larga, muy larga y tiene forma de flecha.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Cartas para una niña...

Estoy llorando amada niña.
Cuando la barranca viene a mí: ya en el sueño, ya en su aura, los ojos se nieblan.
Me conmuevo.
Miro la luz de la barranca y la de sus habitantes: árboles y roedores,  aves, gatos y un sinfín de insectos.
La barranca es en mí, como soy al aire y al polvo.
Como soy a esos que caminan por el puente sobre la barranca, a tus padres y a los míos… como tú y yo somos, amada niña.
Querida Carmen, soy en ti como lo fui en mi abuela… cuando vienes a mí, soy tu aura y tu paso. Tu voz y tu grito… por eso me escuchas gritar contigo, reír y maravillarme.
Dejo de escribir, me han entrado unas ganas profundas de llamarte al teléfono.

martes, 3 de mayo de 2011

Cartas para una niña...

Siva
El danzante, el teñido de azul.
Dios Diosa, principio y fin, intento antiguo de la representación del Todo Lo Que Es.
A ti acudimos cuando las danzas, los temblores y los huracanes.
A ti acudimos cuando lo cotidiano nos gana
Cuando el espacio confortable se convierte en nuestra verdad y rostro. Cuando no hay más a dónde dirigirnos excepto mantener el estatu quo.
A ti te nombro, Padre-Madre, cuando intento el recuerdo del Padre Madre que fui: la verdadera casa.
Guárdame de la vida aburrida y la casa de dos pisos con marido y dos niños, labradores corriendo por los jardines.
Guárdame del “hasta que la muerte nos separe”.
Guárdame de las entregas eternas y pactos de ese tipo.
De las familias y los Karmas y los otros karmas también.
Cuando sea necesario destruir y caer, permíteme que sea hasta esta consicencia en la que vivo; que no necesite caer, de nuevo, a la ceguera del inicio.

Siva se hace el amor a sí mismo. Izquierdo y derecho, derecho e izquierdo que se mezclan hasta confundirse.
Inicia la danza.
Inicio mi danza, me tiño de azul.

domingo, 1 de mayo de 2011

Cartas para una niña...

Kala, Kali, Kala-Kali.
La voraz, la poderosa, La más amada de las esposas de Siva.
Tigre, leona.
En la India le ofrecen los mejores regalos y a veces, hasta las mejores sangres: así se mantiene saciada.
Saciada, de la voracidad y la muerte: danza continua: la invariable destrucción.
Estos son los juegos del hombre. Y algunas tardes, los juegos de la mujer.
Jugamos a saciarlas. Creemos que así detendremos el cambio… cambio es destrucción para nuestras sociedades… así detenemos la separación, la ampliación, la mudanza, el efecto…
Y creemos, entonces las llenamos de regalos, de cheques, casas, nuevos comedores, nuevos hijos…. En vano todo, pues Kali ha despertado…
Y creemos; y en Gaia depositamos las esperanzas y para ella el sacrificio… Kali es el movimiento continuo de la naturaleza, el espíritu libre de Gaia que permite todo en sus superficies y entrañas, nos permite… pero de vez en vez, se acomoda: un tsunami acá, terremoto en Chile, huracán caribeño…
Creemos.
El femenino de Kali es el eterno devenir.
Algunos junios despierta con hambre.
Qué difícil saciarnos en esta sociedad temerosa de cambios

sábado, 9 de abril de 2011

Cartas para una niña...

Si…
Si fuera posible, a esta mañana tardía la regalaba con un sí.
Juguemos
Si… Sí.
Como tarde amaneció, es tardía la comida.
Estás jugando.
Las paredes son de color verde y hay cubos esponjosos y de colores en su base.
Tu cubo preferido es el de color morado… o...tal vez hoy sea  rojo el color de tu mañana.
La mía es verde, muy verde, con ardillas y árboles inmensos. Estoy en Antropología, a punto de clase. Reviviendo nuestra comida de ayer, el canto que intentas, esa manerita que tienes de lograr que todos vayamos detrás de tus pasos que apenas…
Y veo también el verde.
Y pienso
Hoy no tengo ganas de despedirme.

viernes, 1 de abril de 2011

Cartas para una niña...

No lo logré.
De verdad deseaba que los personajes de aquella novela peruana se fundieran hasta convertirse en uno, que él y ella se reconocieran en las soledades o las pulsiones de aquél otro, muchos otros. Que habitaran en los mismos infiernos y despertaran hundidos en las profundidades de ese bar que llamamos La Noche.
Y que hubieran compartido el coraje de abrir esas puertas y mirar desde el inframundo los bailes y toqueteos que arriba suceden.
Y que recordaran sus ritmos y que bebieran un poco de aquellas sangres.
No pudieron
Yo no pude tampoco
La sombra es un espacio que amedrenta, paraliza, muerde.
Por aquel tiempo, yo habitaba en el Perú, mi sombra.

Cartas para una niña...

Vienen por mí el día de mañana. 
Na más salga de dar clase y mi amiga que es madre y otro amigo, antiguo amigo querido, pasarán por mí a una de las esquinas del parque de Pilares. Tan cuidado el parque pues dicen que el delegado vive muy cerca y lo usa a las mañanas para hacer ejercicio. Dicen que tan cuidado porque hace unos años llegaron las águilas que han hecho profunda limpieza de roedores y palomas… ahora son tres las águilas. Las ves rondar presas, cazar al aire, graznar poderosas.
Bien cuidadito que está el parque con sus veredas de tezontle rojas y árboles que han venido derrotando la locura de ciudad: prisas e indiferencias.

Hace algunos años también venían por mí.
Entonces daba clase por las noches y el parque no estaba como ahora. Ni un tantito iluminado. Entonces Ernesto tenía un coche verde y desde el sur iba para recogerme. El mismo miércoles sí, y de ahí nos dirigíamos a la Condesa y cenábamos en el Sanborns de la Roma chilaquiles verdes.
Los miércoles charlábamos. Lo seguimos haciendo. No importa si estuviera Ernesto en España o yo en Perú… un suspiro, la mirada que se vacía en el pacífico o el mediterráneo y ya estamos charlando… hubo miércoles que ni nos acordamos. Las charlas anteriores, los días que utilizamos en “armar” nuestra partida, la nueva vida, los nuevos y viejos encuentros, habían logrado afianzar una suerte de devenir del que estábamos convencidos.
Montamos en aviones casi a la vez, yo me iba al sur, él al norte y su mediterráneo.
Ha pasado un par de años de nuestro regreso, han pasado más de cinco años de esos encuentros en Sanborns, luego del parque.
Mañana será diferente, ya no somos dos y mi amiga nos estará acompañando, no será de noche tampoco, las clases las dicto por la mañana. Y el parque, como te conté, es diferente…
Pero… ¿somos nosotros diferentes?…
Cuántos sueños, visiones, luces que en el cielo…. me separan de ese yo que no conociste.
Es que tú llegaste luego de los infiernos y las pesadillas, de las realidades que me afano en sostener. De mis creencias.
Tú vienes llegando a la hora de las despedidas, de mí despedida… para eso esta carta.
Como todos los miércoles iré mañana a dictar clase por la mañana, esperaré a mi amiga y tendré un leve recuerdo del coche verde y de la noche frente al parque esperando que Ernesto llegue. Seguramente esbozaré una sonrisa… mirándome esperar… Comeré con mis amigos y haremos los planes de la semana y hablaremos de comida y de muebles, de espacios y de emociones, de Adamus y los otros shaumbras.
Diré cosas como cansado y preparado.
Voy a recordar esta carta y haré una sonrisa contigo.

lunes, 28 de marzo de 2011

Cartas para una niña...

La despedida…
De Manera María, que todo está bien
Y con esta muerte daré de comer a los olivos.

Es que me estaba muriendo en aquellos días.
Era un proceso muy extraño. Mi carne estaba sana, contenta, y yo sentía que me estaba yendo, que no era más el mismo, que dejaría de ser hermano e hijo, tío o papá.
En esa novela: Apuntes para una carta a María, mi novela peruana, los personajes se van fundiendo unos con otros... Intenté llegar al uno, pero no pude, sin embargo muchos de ellos se fundieron, y así, Federico y Agustín, terminaron siendo Federico Agustín, y María cambió su nombre con el de María Clara y así diciendo... 

domingo, 13 de marzo de 2011

Cartas para una niña...

Toda misiva lleva una fecha, los telegramas también, y las fotografías y los videos.
Hoy estoy cumpliendo 47 años. Hoy estoy cumpliendo 37 años. Hoy tengo 26.


El calendario marca que hoy es día del amor, de la belleza y los chocolates. 
Los restaurantes se llenan de promociones al 2 x 1, las chocolaterías y las florerías se preparan para pedidos y empaques de maravilla. Los salones te ofrecen cambios de colores o cabellos rosados. 
Hoy es un día de contrastes.
Fotografías con sonrisas congeladas.
Platillos congelados
¿Te sientes perfecta?

sábado, 12 de marzo de 2011

Cartas para una niña...

Gatito gatito color de café…
Tengo gatos de papel y de piedra, otros en portadas de cuadernos, muchos de ellos son de trapo, algunos de madera o cerámica o… No se si llegues a venir por ellos. Tal vez antes de casarte o quizás luego…. Muy luego, cuando estés preparada para despedirte.
Antes tuve caballos.
Ah… mis caballos de bronce y acuarela… Jimena es la que guarda los caballos.
Ella sabe por qué, ella es….
Jimena como yo, gusta de los tarots y las brujas.
Había un caballo griego, el de los soñadores y había un caballo soñado apenas sugerido en la silueta de un dibujo que me encontré en una librería de viejo en el centro de Lima. Fue de las pocas cosas que traje de Lima, ya sabes, las reglas de los aviones, los pagos por excesos de equipaje… Los tres años que viví allá, se quedaron esparcidos en las casas de algunos amigos, otros en la misma Posada donde viví… aún así, a ese caballo lo traje abrazado las seis horas que dura el vuelo, cerca de mi corazón, esperando, muy en el fondo de mí, que le salieran alas, levantara vuelo y me llevara al Inicio para encontrarme con el Dios que es mi maestro.
Cuando sea el momento habla con la Jimena y pregúntale del caballo, espero que siga sobre el papel, esperando… si no lo encuentras, si se difuminó, ya sabes qué habrá pasado con él:  Vino por mí y nos fuimos juntos.
El caballo de los soñadores, el griego, tiene una manera diferente, otro tipo de energía. El se encarga de dar paseos en la noche alrededor de la cama de Jimena, cuida de su sueño y más importante, lleva el sueño al otro lado del velo, conecta a mi niña Jimena con esas dimensiones y espacios que nos es difícil sentir en la alerta de la carne, sin embargo, cuando dormimos…

domingo, 6 de marzo de 2011

Carmen

Cartas para una niña...

Hoy comí con los amigos, esos que nacieron en la consciencia.
Como no había plata suficiente optamos por un restorán chino en la calle de Pachuca en la Condesa. Menú de 76 pesos por persona.
Si estuviera peruano te habría dicho que comimos en un chifa de 20 soles.
De este grupo sólo hay una que es madre.
Su hija tiene unos años más que tú y habla en una lengua que ya irás aprendiendo, ella ha aprendido la necesidad de las palabras y esas cosas.
Ya no recuerda cómo leer a los otros, cómo acercarnos… esa manera que tú y yo compartimos.
Y la hija pregunta a la madre -¿Vas a ser mi mamá en la siguiente vida?
Y mi amiga le dice que está cansada, que no quiere regresar.
La niña llora un poco
¿Nos estamos despidiendo de nueva cuenta mi niña hermosa?
Sin duda.
Y tal como la hija de mi amiga, puedo decirte que tú eres muy nueva, estás empezando en esta experiencia que llamamos carne
Yo, como amiga, soy un viejo cansado.

martes, 1 de marzo de 2011

Cartas para una niña...

No somos lo mismo. La historia es la espiral que nos sube… prefiero pensar que nos sube… ¿o nos regresa?  Volvemos al principio. La cuenta del tiempo es espiral, de la misma manera que cuando la energía viene bajando, de colores amarillos o dorados o verdes, desde lo alto del cielo… tal vez por esto la pintan como un óvalo encima de la cabeza de los santos, es el principio o el final de la espiral, cuando la luz llegó a ese cuerpo.
No soy lo mismo, este que se despide nada conoce o recuerda muy poco de aquel que se despidió, querida niña, hace 1500 años, hace 1500 horas, o días.
Es cierto que puedes dibujar una vertical sobre la espiral, que esa vertical es este momento en el que te escribo y que se repite innumerables veces, a cada una de las vueltas. Te estoy escribiendo de nuevo.

Cartas para una niña. 1

Ella quiere que le cuente cómo llegué a esta despedida. Si es una larga digestión, si sucedió de repente. Ella quiere saber cómo es que nos vamos despidiendo de las mismas personas, siempre, siempre. Que le diga, me dice. Que si ella habrá de hacer lo mismo…. ¿La primera vez que nos despedimos?