martes, 3 de mayo de 2011

Cartas para una niña...

Siva
El danzante, el teñido de azul.
Dios Diosa, principio y fin, intento antiguo de la representación del Todo Lo Que Es.
A ti acudimos cuando las danzas, los temblores y los huracanes.
A ti acudimos cuando lo cotidiano nos gana
Cuando el espacio confortable se convierte en nuestra verdad y rostro. Cuando no hay más a dónde dirigirnos excepto mantener el estatu quo.
A ti te nombro, Padre-Madre, cuando intento el recuerdo del Padre Madre que fui: la verdadera casa.
Guárdame de la vida aburrida y la casa de dos pisos con marido y dos niños, labradores corriendo por los jardines.
Guárdame del “hasta que la muerte nos separe”.
Guárdame de las entregas eternas y pactos de ese tipo.
De las familias y los Karmas y los otros karmas también.
Cuando sea necesario destruir y caer, permíteme que sea hasta esta consicencia en la que vivo; que no necesite caer, de nuevo, a la ceguera del inicio.

Siva se hace el amor a sí mismo. Izquierdo y derecho, derecho e izquierdo que se mezclan hasta confundirse.
Inicia la danza.
Inicio mi danza, me tiño de azul.

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