Alguna vez... parecerían mil años de tiempo, dije a una querida amiga: De manera María, que todo está bien y con esta muerte daré de comer a Los Olivos.
Me refería entonces al Olivar, uno de los más añejos parques de Lima. Más viejo que los mil años de mi muerte; si lo caminas podrías sentir su eternidad, el aroma seco y ácido del olivo.
Yo lo sigo caminando.
Aún cuando me creas muerto.
Cuando me cree muerto.
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