jueves, 10 de septiembre de 2009

Taller de cómo apreciar el vino de Valeria Weismuller

No es sencillo de comprender. Aproximarse a un vino tiene dimensiones, como a una novela, un cuento o el estado emocional de quien viene a pedirte ayuda, escucha.

Temas para los que no soy bueno. Es verdad, yo también soy un cuenta cuentos... Yo también dedico gran parte de mi día a la escucha, pero para que ésta suceda y sea efectiva, necesito antes relajar mi mente. Hacerla a un lado y dejar de pensar lo que Germán quiere escuchar o desea. Entonces, por fín, el milagro de la alquimia sucede.

Pero no me sucede igual con las novelas. Poseo la mala costumbre de detenerme en conceptos, frases, palabras y discutirlos mentalmente con el autor en vez de continuar la lectura y comprobar si aquella frase, concepto o palabra, se justifica en el mismo texto. Es cierto, soy un mal crítico literario. Desde los 18 lo descubrí leyendo aquella novela de Héctor Manjarréz: No Todos los Hombres son Románticos, que no lo era, que soy de esos lectores que desean.... en esta novela específica deseaba que el protagonista se encontrara decimonónicamente, envuelto en la cercanía de la muerte por el amor de la amada, pero no, el protagonista ni era romántico, ni deseaba serlo; personalmente lo encontraba dolorosamente vacío, insensible a cualquier emoción entre un hombre y una mujer.
Uno crece.
Todos crecemos.
Y te descubres una noche de hotel, que no deseas involucrar nada emcional con ella, que se trata sólo de la carne, de dormir juntos como bien lo dice Sabines.
Y quieres releer aquella novela que no se publicó de nuevo, a ver si es cierto que has dejado de ser romántico, si nunca lo fuiste o si se trataba del desenfreno de una noche na más. Ya no hay dónde encontrarla.
Te quedas meditabundo.

Así es el mundo del vino
A un lado el si me gusta o no
Qué siento o dejo de sentir
Es más bien, qué deseaba decirme el autor-enólogo con este vino, en quién pensaba, dónde sentía, desde dónde, cuándo pensó en los sabores de su opera... el vino es una opera aperta también. Y lo más importante en cada botella es si el autor ha logrado transmitir su mensaje.

Transmitir un mensaje....
¿Serán mis palabras lo suficientemente universales? Tendrán, como el vino, como el lienzo, esa capacidad multidimensional, esa lectura a tiempos o espacios diferentes...
Serán como éstos vinos que Valeria nos convida miércoles tras miércoles y nos va educando en el arte del deguste
Serán eso que quiero decir
eso que sentí cuando una luz entró de lleno en el horizonte limeño y nos dejó a boca seca y abierta...
Transmitir un mensaje...

Aproximarse a un vino es entrar en el mundo de las dimensiones.
El primer aroma y los que le siguen, escondidos, para que los halles y en ellos te regocijes. De la misma forma con los sabores complejos que la vid es capaz de desarrollar, las texturas.

Sé, es verdad, hay algo de primitivo, sagrado: maravilloso y mágico, en cada copa de vino. Como lo hubo en aquella novela que leí cuando tuve 18 años. Como lo he encontrado en el trazo de un lienzo de Villegas y Cordero de 1912.
Cómo deseo que así suceda con mis palabras......

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