lunes, 12 de octubre de 2009

Perla se va a casar

PERLA SE VA A CASAR…

Sábado a las once y puntual, me dice Larissa. Es que me hago del rogar. No me gustan las bodas.
La soltera que queda de las Moreno se casa en la iglesia de Navegantes y Larissa quiere que la acompañe pues Guillermo… Guillermo está trabajando.
Llegamos rayando, y nos rayamos, como dice mi cuñada.
Rápido lo religioso y sport lo civil. No hay etiquetas ni cosas por el estilo, la fiesta fluye amorosamente divertida. No se sienten en ninguna de las mesas los compromisos ni ese tipo de debilidades humanas. Y no hay novia más divertida, más danzante, que yo recuerde. Perla entiende que es su fiesta y lo contagia.
El dj empieza con una declaratoria musical definitivamente ochentena: salsa, ballenato, esos ritmos caribes, para terminar en disco y rock en español.
Después vienen los mambos y el cha cha cha… To-ma-cho-co-late Pa-ga-lo-que-debes. Frente a la mesa una pareja mayor hace delicia de observadores por la gracia y el conocimiento de estos bailes. Qué lástima que ni Germán ni Adriana vinieron, pero mirando a la pareja, les estoy mirando a ellos. Cómo sube Adriana la pierna mientras cadera balancea izquierdo derecho, izquierdo derecho, un dos cha cha cha, un dos cha cha cha….
En un momento, pista de baile llena, rostros, mujeres y hombres dejan de ser. No se ve más nada que un aura, es un aura de profunda alegría, primitivo lenguaje de fertilidad, danza de fuego y de lluvia. Estamos contentos. En un momento todos somos lo mismo. La novia me regala una mirada directo a los ojos. Nos estamos entendiendo. Hemos visto lo mismo.
Luego… luego… siguen los tequilas y las bromas con Almendra, Guillermo y Larissa se levantan y bailan. Regreso a casa, agradecido. Sigo tan contento.

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